martes, 30 de mayo de 2017

LIBROFILIA

Estaba confundida. Quería enamorarse y a la vez estar sola. Su belleza atraía a los chicos, pero su frialdad los terminaba alejando. Pasaba sus días leyendo, mientras imaginaba la llegada de su príncipe azul o la soledad de nunca acabar.
Los meses transcurrieron y las ganas de enamorarse disminuían. Había conocido a muchos chicos, la mayoría de ellos comunes, torpes .Ninguno interesante, que le cuente historias, la haga sentir distinta, que la llegase a enamorar.
Resignada, todas las noches, en vez de pensar en uno de ellos. Prefería sentarse junto a una taza con café, reabrir sus libros y volverlos a leer.

Un día, esa mujer dejó de estar confundida. Se vio en el espejo. Estaba sola, radiante como siempre. Se preguntó: ¿Por qué no me puedo enamorar? .Bajó la mirada y sus ojos brillaron como no lo puedo hacer por ningún chico. Entendió que estaba enamorada, enamorada de sus libros.

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